El contrapunto sonoro consiste en el uso de música o sonidos al mismo tiempo que la imagen para complementar lo que esta quiere transmitir o para evocar aquello que no se muestra, pero se quiere representar de alguna forma.
En general, al ver una película, podemos concentrarnos en
los elementos de sonido y cuestionar qué se pretende y qué
se consigue con ellos. Se puede valorar qué es lo que aportan
y lo que expresan. En el mejor de los casos descubriremos que la
banda sonora cobra relevancia junto a las imágenes visuales
y que condiciona nuestra percepción de la narración
con nuevos significados.
En
Psicosis, por ejemplo, a música (no diegética) inquietante de
Bernard
Herrmann subraya el momento en que
Norman Bates (Anthony Perkins)
vigila tras la pared a
Marion (Janet Leigh), con una incidencia
especial de violines cuando aparecen los planos de ella. Luego,
poco a poco, la música da paso a un silencio anticipador
tan solo roto por exagerados sonidos diegéticos de papeles
rotos, de la cisterna, del envoltorio del jabón y del agua
de la ducha. Este silencio está preparando el climax de la
secuencia, el crimen, que se acompaña con música estridente,
gritos y sonido de cuchilladas ( que hacen innecesario mostrarlas
visualmente). Para terminar, tras la música final, que acompaña
como un requien el último aliento de Marion, otro sugerente
silencio cierra la secuencia, de modo que el espectador pueda asimilar
en calma lo que acaba de ver.